30 mar 2013

Antes muerta que sencilla

Ana Rodríguez Planas

El mundo de la moda, y concretamente el de los zapatos, ha perdido una de sus más grandes abanderadas. Estos días se ha sabido que Sarah Jessica Parker, la Carrie Bradshaw de Sex and the City, tendrá que dejar de llevar tacones por cuestiones de salud.

Este tema de los zapatos nos viene ya inculcado desde pequeñas. No hace falta que diga que uno de los cuentos más populares es el de la Cenicienta y su eterno zapato desaparecido y reencontrado. Hay quien ve en este (a priori inocente) acto de poner el zapato un reflejo de la pérdida de la virginidad. ¡Hasta aquí llega la simbología de los zapatos! Y nosotras seguimos llevando tacones como si nada.

Durante el Renacimiento, las mujeres de la alta sociedad lucían unos zapatos de lo más incómodos que no sólo las destacaba del resto de féminas (cuanto más estatus más alto era el tacón) sino que las convertía totalmente en objetos decorativos y de lucimiento de su hombre. Está claro que, en materia de pies, las grandes expertas en sufrir han sido las chinas.

En el fondo, la historia de la belleza femenina no es más que una historia de tortura. Son tantas las atrocidades que se han hecho en pro de un cuerpo perfecto que se me hace difícil enunciarlas todas. Hace siglos, muchas morían intentando conseguir una cinturita “a la moda” con corsés letales. Letales porque lo que a menudo hacían estos artilugios era romper costillas que perforaban pulmones. 

Una escena de "Lo que el viento se llevó" / Foto: Warner Bros.

Durante el Renacimiento, uno de los looks más de moda era llevar la frente fenestrada. Es decir, depilarse la frente hasta media cabeza, de forma que (según decían) resaltaba todavía más la belleza de la dama. En este caso, la animalada en cuestión venía provocada por el hecho de que la depilación se hacía con arsénico. En aquella cabeza no volvía a crecer pelo ni cabello ni nada de nada. El otro clásico era la ingestión de porcelana ante el mito de que esta volvía la piel más blanca.

A pesar de que estas (ahora ya) leyendas sobre la belleza femenina forman parte de la historia, no deja de ser curioso y preocupante que la tortura para conseguir estar a la moda continúe siendo actualidad hasta el punto de inspirar una canción que, por cierto, cantaba una niña de seis años.

*Este artículo se publicó originalmente en 50x7

25 mar 2013

Isabella Blow, sombreros, angustias y algo más.


La editora de moda por excelencia de revistas como Tatler, Vogue USA y UK, ha sido uno de los iconos de la moda más influyentes del siglo XX .

“poseía una personalidad en la que se mezclaba un maravilloso sentido del estilo, un ojo prodigioso para encontrar talento y una profunda infelicidad personal.






Isabella Delves Broughton “La Reina de la moda británica” nació́ en Londres en 1958, en el seno de una familia aristocrática, tuvo una infancia marcada por la separación de sus padres a raíz de un accidente en el que su hermano menor fallece ahogado y una complicada relación con su padre quien le heredó solamente 5 mil libras de una fortuna de más de un millón, Sin nombrar el posterior suicidio de éste y el de su abuelo.

La excéntrica editora comentó que su recuerdo más grato fue el de ponerse un sombrero rosado de su madre, este ejercicio le permitió́ explorar su sensibilidad y amor por la estética y las formas y a lo que le atribuyo el haber elegido una carrera en la moda.


Estudió para secretaria en Londres y antes de encaminarse en el mundo de la moda fue vendedora de pasteles y aseadora de una central de correos hasta 1979, luego decide irse a vivir a Nueva York para estudiar arte chino antiguo donde compartía el departamento con la actriz Catherine Oxenberg.

Isabella inició su carrera en la moda trabajando para Guy Laroche posteriormente fue presentada a la legendaria editora de Vogue Estados Unidos, Anna Wintour, quien la contrató como su asistente.
Cinco años más tarde estaría trabajando para Michael Roberts, editor de moda de Tatler, del Vogue inglés y del suplemento dominical The Sunday Times, publicación donde eventualmente regresó a como editora de moda, para posteriormente dedicarse a distintas actividades relacionadas con el medio y se posicionó como consultora de marcas.

 Isabela Se casó dos veces, la primera con Nicholas Taylor, a quien estuvo unida solamente por dos años, y la segunda, en 1989, con el traficante de arte Detmar Blow con quien tuvo una larga y difícil romance como para variar en sus relaciones personales.
Para su boda con Blow, ella elige usar un sombrero de Philipe Treacy, con quien mantuvo una relación muy cercana y de mentor podría decirse, ya que al darse cuenta del gran talento de este, lo llevó a vivir a su departamento donde él tuvo un espacio para preparar sus colecciones sin tener que preocuparse. A partir de entonces, Isabella, quien siempre se sintió fea, usaba los sombreros de Treacy a modo de mascara y de escudo.




“Los llevo para evitar que la gente me bese al saludarme, no quiero que me bese cualquiera, sólo quienes yo quiero que me besen”.

Blow siempre tuvo un ojo clínico para descubrir y promocionar talentos, Sophie Dahl y Stella Tennant como modelos y Alexandre Macquee a quien no solo le generó la entrada triunfal a las pasarelas de alta costura sino que también colaboró significativamente a que el grupo Gucci adquiriera la marca de McQueen.
Isabella y él eran amigos desde que ella compró la colección entera de graduación del modisto de la famosa escuela Central Saint Martins por valor de  5 mil libras por todo, que le fue pagando poco a poco.


El 7 de mayo de 2007, tras haber recibido la noticia de padecer cáncer en los ovarios y debido a los fuertes trastornos depresivos y bipolares la musa londinense se suicidó́, dejando una gran consternación en la estética vanguardista y en aquellos que la rodeaban.
En la actualidad es una leyenda única e inigualable que ha inspirado a celebridades como Lady Gaga, Manuel Albarrán, Daphne Guinness y Rihana entre otros, sin contar a los miles de fanáticos que siguen su legado.

Isabella Blow es el fiel reflejo de las adversidades del maravilloso mundo de la moda, un mundo en el que solo el 10% de sus personajes parecen estar cuerdos o por lo menos simulan estarlo.

Eliana Pacheco Arevalo




21 mar 2013

La “moda” premamá y el orgullo de mujer


A medida que avanza mi embarazo retrocede la cantidad de ropa de mi vestuario que puedo ponerme. Las prendas que me caben se reducen y vestirme a diario supone un ejercicio de estilismo interesante, un desafío. Esto me lleva a dos grandes cuestiones fundamentales.

La primera se refiere a la cantidad (en según que casos y personas podríamos decir “industrial”) de ropa que acumulamos por el temor a repetir modelito o a aburrirnos. Desde que mi tripa crece y mi cuerpo muta a su antojo cuál púber inocente, estoy obligada a llevar prácticamente los mismos vestidos a diario. Esto me ha llevado a indagar en el armario y desempolvar ropa que en algún momento fue descartada por grande o pasada de moda y que ahora recupero a brazos abiertos. Un cinturón por ahí, una superposición por allá et voilà un estilismo hecho. Me pregunto si la falta de imaginación y la pereza (la publicidad de las marcas se sobreentiende) son las responsables de que nos veamos abocadas a comprar ropa nueva a cada temporada, desatendiendo la que ya tenemos.

Sé que llegará un punto en que mi cuerpo habrá mutado demasiado para mi ropa actual (y para la que le robo a mi marido) y me veré obligada a vestir ropa premamá. El simple concepto ya suena poco atractivo pero cuando una empieza a indagar, la realidad supera la ficción: el panorama es del todo desalentador. Y esto me lleva a la segunda cuestión fundamental: la moda premamá vive en un espacio-tiempo paralelo al del resto del mundo de la moda. Este tipo de ropa es francamente desconcertante, en la mayoría de los casos es aniñada y ñoña como si el embarazo tuviera que cargar de cursilería a las mujeres. Parece que las tendencias en moda no afectan a esta ropa que parece la misma desde hace décadas. Las grandes marcas de distribución que tienen una línea premamá suelen ocultarla como si fuese la hermana fea, relegándola a un corner sombrío de sus puntos de venta tanto físicos como  virtuales. Por el contrario, las marcas cuyo concepto de negocio se basa en la moda premamá se muestran orgullosas de ello, exaltando y mostrando a las futuras madres como seres embobados, extremadamente femeninos, híper clásicos y otros adjetivos de dudosa reputación. ¿Por qué pretenden meter a todas las mujeres embarazadas en el mismo saco? Mujeres hay de todos los tipos, personalidades, edades, gustos y formas y las embarazadas no son una excepción. El hecho de ser una gestante es algo circunstancial, no nos hace ser diferentes al resto de mujeres, tenemos nuestra identidad propia e individual y queremos mantenerla también durante estos 9 meses.

Ahora entiendo porqué las celebrities que en algún momento han querido dar a conocer al mundo su embarazo lo han hecho posando desnudas. A parte de las indecentes cantidades de dinero que han recibido a cambio de hacerlo creo que también hay algo de orgullo de mujer. Probablemente es la única forma de mostrar la sensualidad, belleza y desafío que conlleva un embarazo. Si me veis pasearme desnuda con una tripa enorme, por favor, no me lo tengáis en cuenta. No es provocación, es orgullo identitario.

Por Txell Hernández Gil.

17 mar 2013

High fashion, low cost


La diseñadora Diane Von Fustenberg ha realizado una colaboración con la marca de moda de baño y deportiva Roxy.
La edición limitada DVF loves Roxy consta de 14 piezas que incluyen trajes de baño, bikinis, shorts, etc. A través de esta colaboración, la diseñadora ha querido transmitir su amor por la cultura de playa, la naturaleza así como el espíritu activo y pionero de Roxy.
Ambas marcas comparten valores comunes como su apoyo a mujeres emprendedoras, su defensa por la belleza natural y la confianza. Roxy y DVF quieren animar a las mujeres a “seguir su corazón y a ir a por todas y subirse a la ola”.
 
Desde sus inicios, Roxy ha comunicado de una manera muy coherente sus valores siendo una marca que se ha construido sobre la base de la cultura del surf incentivando a mujeres y niñas a mantenerse activas y a tener seguridad tanto fuera como dentro del agua.
Este tipo de colaboraciones entre marcas low cost con otras más aspiracionales, permiten que estas últimas se den a conocer a un público más amplio y que se perciban más accesibles. Por su parte, la marca más comercial gana prestigio al ser asociada con un diseñador o marca de lujo.
De hecho, estas colaboraciones llevan realizándose desde hace años por las marcas de moda.  Y lo que en un inicio sorprendió e incluso escandalizó a los más puritanos, se ha convertido en una práctica muy extendida y muy esperada entre los interesados por la moda ya que es un modo de democratizarla y permitir que todo el mundo pueda acceder a tener prendas de estas marcas de lujo.
Una de las marcas pioneras en realizar estas prácticas fue H&M, que realizó su primera colección cápsula con Karl Lagerfeld en el 2004. Desde entonces, la realización de líneas limitadas ha sido una constante con diseñadores como Stella McCartney (2005), Viktor & Rolf (2006), Roberto Cavalli (2007), Commes des Garçons (2008), Matthew Williamson (2009) hasta la última de este pasado año con Maison Martin Margiela (2012).
En el mundo del deporte, la colaboración de Roxy con DVF tampoco es la primera que vemos. Marc Jacobs  yacolaboró con Vans, Alexander Mcqueen con Puma e incluso Stella McCartney con Adidas.

Opino que como estas colecciones cápsula ya abundan últimamente, no consiguen la notoriedad que en su día tuvieron las primeras colaboraciones. Además, al poner al alcance de todo el mundo estos diseños, pierden la exclusividad intrínseca con la que cuentan las marcas de lujo. Es justo esa inaccesibilidad para la mayoría lo que hace que estas marcas sean deseables. Sin embargo, estas colaboraciones son efectivas estrategias de marketing que consiguen abrir estas marcas  a un público más amplio.
Esther Mestre


15 mar 2013

The Show must go on


Nos situamos en la Francia del siglo XIX donde aparecieron las primeras pasarelas, su padre Charles Frederick Worth. Se dieron a conocer en los “salones de alta costura”, donde se realizaban eventos en los cuales un grupo de clientas podían visualizar las tendencias del momento.
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Publicación en la Revista Life.
No eran pasarelas como las que hoy en día nos tienen acostumbrados los diseñadores de medio mundo, eran eventos de reducido publico en el cual ni fotógrafos asistían hasta pasados 40 años después, cuando Paul Poiret organizo un desfile especialmente para la prensa.
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Desfile de Paul Poiret.
Esta tendencia caló muy hondo en Estados Unidos a principios del siglo XX ellos siempre tuvieron a los franceses como referencia, donde se empezaron a crear mayores eventos, con toques más extravagantes que los del otro lado del ‘charco’. Además coincidiendo con la segunda guerra mundial era una manera de ocupar ese tiempo en el cual no se podía viajar a Francia.
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Publicación en la Revista Life.
A raíz de este boom, todas las tiendas organizaban sus propios desfiles hasta producirse un pequeño caos, al cual se le pondrá punto final cuando Eleanor Lambert  decidió organizar una Semana Editorial donde los diseñadores mostraran sus colecciones, una vez termino la Segunda Guerra Mundial y se podía volver a viajar, esablecio un recorrido por el mundo para mostrar las colecciones (New York, Londres, Milan y Paris), es decir, la ‘Fashion Week’
Estas han pasado por varios momentos que han marcado la historia de esta a lo largo de los años, los noventa estuvieron marcados por las Top Models Internacionales.
Las Top de los noventa.
Una época en la que era primordial la percha y no tanto ‘lo que mostraba dicha percha’. Nombres como Cindy Crawford, Linda Evangelista, Naomi Campbell, Elle Macpherson… siguen sonando a día de hoy en el mundo de la moda, marcaron una era y siguen haciéndolo protagonizando muchas portadas de las mejores revistas de moda.
Portada de Vogue con las Tops de los 90.
El show llego el siglo XX de la mano de los grandes diseñadores como Jhon Galiano, Karl Lagerfeld,… que abrieron la puerta al espectáculo, a lo inesperado y transgresor, al impacto del espectador por encima de las top models que desfilaran, que pasaron a un segundo plano. La importancia de la puesta en escena de lo increíble y extravagante. Ese era el momento de mayor auge de los fashion show y del quién da más en mayúsculas.
Desfile Jhon Galiano.


Desfile Jhon Galiano

Desfile Karl Lagerfeld

Esto cayó en decadencia con el paso del tiempo, hoy en día probablemente por las circunstancias del momento, crisis económica en gran parte del mundo y la concienciación social de la humanidad esto ha cambiado en gran medida, los performance que nos tenían acostumbrados las grandes marcas han perdido potencia, dando así importancia de la prenda en sí que vuelve a su esencia, a ser el principal foco de atención, donde recaen todas las miradas.

PFW

PFW
La formula inicial de las fashion week vuelven a deslumbrar en Paris, Londres, Milán y New York en las semanas de la moda sin tampoco perder su identidad de espectáculo pero delimitando bien la línea de lo exagerado y lo imprescindible para un evento de dicha categoría, dicho esto…¡The show must go on!



Romina Esteve Torres.

13 mar 2013

Anna Wintour: el Diablo o Dios de la moda


Catalina Cabrera 

Toda joven amante de la moda vio la película The devil wears Prada y soñó con tener el trabajo de Andy Sachs (Anne Hathaway), aunque la contraparte fuese lidiar con una jefa como Miranda Priestly (Meryl Streep). Lauren Weisberger lo consiguió y a partir de esa experiencia escribió la exitosa novela que más tarde llegó al cine con la dirección de Rob Marshall.

La escritora Lauren Weisberger

Los personajes principales Miranda Priestly y Andy Sachs


Weisberger fue asistente de Anna Wintour, editora jefe de la edición norteamericana de Vogue desde 1988. Quien con su particular estilo ha llegado a convertirse en un ícono de la moda, inconfundible es su corte de pelo milimétrico y sus grandes gafas oscuras en todo momento. 


Se le conoce en la industria como “Nuclear Wintour  por su personalidad fría y su estricta forma de trabajar. Además, ha sido aclamada su capacidad para captar tendencias de moda y jóvenes promesas del diseño, entregándoles su incondicional apoyo. Al mismo tiempo, con esa misma influencia ha logrado destrozar la carrera de otros personajes. 

Su look: melena perfecta y gafas

Wintour transmite frialdad


El documental The September Issue muestra el trabajo de Anna Wintour y su equipo durante el proceso de creación del ejemplar de septiembre de 2007. Con 840 páginas (727 de anuncios) y casi 2,5 kg de peso se convirtió en la edición más grande de la cabecera americana hasta ese entonces (la publicación del mismo mes en 2012 tuvo 916 páginas). La producción audiovisual fue dirigida por R.J. Cutler, se estrenó el 28 de agosto de 2009 y fue premiada en el Festival Independiente de Sundance.

Documental que muestra el trabajo dentro de Vogue USA
 

En la cinta se logra ver el perfil elitista de Wintour y se puede entender, en cierta medida, la presión que tiene la editora al dirigir una de las revistas más importantes del mundo. Asimismo, se dice que el documental intentó restaurar la fama perdida por la fashionista en la película, donde fue retratada como una jefa déspota y tirana.


Tanto es su poder que una de sus colaboradoras cita en el documental que “Vogue es la revista de Anna y que ella la firma”. De hecho, fue la primera en llevar a celebridades a las portadas de las cabeceras de moda, decisión muy criticada pero sobre todo imitada. 


“A la gente le asusta la moda, a algunos les hace sentirse inseguros y por eso la odian” afirma Wintour. Ella defiende la industria y desacredita a aquellos que califican a dicho mundo como frívolo y superficial. “Llevar un vestido de Carolina Herrera en lugar de ropa comprada en centros comerciales no significa que eres un idiota”, afirma.


Finalmente, la edición de septiembre fue leída por diez millones de personas y movió 300 millones de dólares en la industria. Ésta presentó la temporada de otoño, llevando a Sienna Miller en su portada. En la actualidad, aún se vende por internet: 395 dólares una nueva y 170 dólares una usada. 

Portada edición de septiembre 2007


Para saber el contenido de la revista les recomiendo ver The September Issue, un documental absolutamente aclarador de cómo funcionan las cabeceras de moda. Sin embargo, la ganadora con esta producción audiovisual no fue Anna Wintour, sino Grace Coddington, directora creativa de Vogue USA de quien les hablaré próximamente…  

La dupla: Grace Coddington y Anna Wintour